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Olivia Casaubon

Adelante, siempre adelante

Actualizado: 19 sept

Dos emblemáticas construcciones han marcado el rumbo de la historia de Villa Pueyrredón: una escuela y una iglesia.


Por Olivia Casaubon


El origen tanto del Colegio Dámasa Zelaya y como de la parroquia Cristo Rey se remonta a los primeros años del barrio, fundado hace más de 100 años. La permanencia de ambas instituciones y su historia compartida demuestran ser un reflejo de la identidad y los valores del barrio, que ha sostenido una comunidad pueblerina en muchos aspectos. Una conversación con Carina, directora del colegio y ex alumna; y Julio, párroco de la iglesia Cristo Rey y sacerdote del colegio, demuestra el fuerte lazo que une a ambas piezas de la historia de Villa Pueyrredón, protagonizada por una figura crucial: Santa Nazaria Ignacia March Mesa, primera fundadora del Instituto Dámasa Zelaya de Saavedra.


¿Cuál fue el origen del Instituto Dámasa Zelaya?


Carina: La historia del colegio se remonta a la llegada a Villa Pueyrredón de la Madre Nazaria Ignacia March, que fue la fundadora de las Misioneras Cruzadas de la Iglesia en Bolivia, que tenían la misión de evangelizar y promover la educación. En ese tiempo, el barrio era una prolongación del campo, había quintas, casas bajas y humildes, calles de tierra, y Cristo Rey, recientemente inaugurada, era de chapa. Viendo la pobreza del lugar, Nazaria fundó una Escuela Taller para mujeres, donde se les enseñaba el catecismo y oficios que les otorgaran independencia y dignidad, en el predio que pertenecía al casco de la Estancia de Luis María Saavedra y fue donado para tal fin por su mujer, Dámasa.


Línea de tiempo de elaboración propia.


¿Qué vínculo existe entre el Dámasa y la parroquia Cristo Rey?


Julio: Yo soy párroco de Cristo Rey, a la par del cual el colegio vio sus inicios. Este conjunto de instituciones son la base sobre la cual se fundó el barrio. La escuela, la parroquia y las hermanas atrajeron a familias obreras que buscaban educación y formación para sus hijos. Sin estos espacios, la gente no hubiera tenido un motivo fuerte para asentarse aquí, y el barrio no habría crecido como lo hizo. Además, ambos edificios siguen cargando valor histórico y significativo para la gente que es de acá. Es común que las personas quieran casarse o bautizar a sus hijos en Cristo Rey, simplemente porque sus padres o abuelos lo hicieron, lo cual habla de una tradición que se mantiene viva.


¿Cómo influyó la presencia de Nazaria y su obra en Villa Pueyrredón?


Julio: La influencia de Nazaria fue fundamental, tanto que su figura sigue viva en la memoria del barrio hoy en día. Villa Pueyrredón tiene una conexión profunda con la historia y la identidad local. Una de las frases que caracterizan a la hermana March es “bajar a la calle”, la cual representa su vocación por ayudar a los más necesitados, a partir de la educación. Las diferentes generaciones, incluso las nuevas, continúan sintiendo la influencia de Nazaria que dejó una huella imborrable en el barrio.


¿Se mantiene viva la presencia de Nazaria en la escuela hoy en día?


Carina: Nazaria siempre nos dio la fuerza para seguir adelante, y se mantiene viva en la perseverancia de esta institución. Su imagen en la esquina del colegio es un símbolo de esa presencia constante. El colegio siempre fue un lugar de encuentro para las familias del barrio, ya que Villa Pueyrredón tiene una identidad muy particular, casi pueblerina, y hay un sentido de comunidad muy fuerte. Yo misma soy ex alumna del colegio, pasé acá toda mi vida. Estuve como docente 38 años y estos últimos 11 de directora.


En el 2001 tuvimos un momento malísimo, la situación económica del país era crítica y muchas familias no podían pagar la cuota, lo que nos llevó casi a la quiebra. Esto provocó que durante los años 2003 a 2022, el colegio funcionara dirigido por la Congregación de los Hermanos de Nuestra Señora de la Misericordia. Nos vimos obligados a unirnos a otra institución cercana, Nuestra Señora de Luján, lo cual significó la pérdida de nuestra identidad y nombre por un tiempo. Fue difícil, en un principio se unieron los dos niveles secundarios, y luego terminaron absorbiendo el nuestro. El colegio quedó verdaderamente en malas condiciones.


Sin embargo, a partir del año pasado y del carisma heredado de Santa Nazaria, volvimos a ser el Dámasa. Nuestro Instituto aspira a ser agente de evangelización y de educación de esta comunidad acompañados en esta gestión por la Vicaría de Educación dependiente del Arzobispado de la Ciudad de Buenos Aires. Recuperamos nuestra identidad, la identidad del colegio tal como lo viví yo de chica, como lo vivieron mis hijas que también vinieron a esta escuela. Volver a ser Dámasa nos dio una nueva fuerza para seguir adelante, como decía Nazaria en otra de sus frases, que representa el legado que dejó en el barrio: "adelante, siempre adelante".


Instituto Dámasa Zelaya de Saavedra. Foto: Sebastián Faya (archivo).


¿Cuál es su visión para el futuro del colegio y la parroquia, y su rol en el barrio?


Julio: Este año hemos vinculado el colegio con la parroquia. Estamos en una fase de transformación total, buscando fortalecer esa identidad perseverante y bajada a tierra que siempre caracterizó a este colegio y a su comunidad. Mientras sigamos trabajando juntos, el colegio seguirá siendo un pilar de la comunidad, reflejando esos valores que nos ha dejado Nazaria.


Carina: La resiliencia ha sido parte de nuestra historia, y con el apoyo de la comunidad y la parroquia, seguiremos creciendo y formando ciudadanos de Villa Pueyrredón.




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