El barrio porteño de Villa Pueyrredón cobra vida el tercer domingo de cada mes en el Paseo del Centenario. Con diferentes puestos de emprendedores y gran presencia vecinal se crea un espacio de encuentro para la comunidad del barrio.
Por Inés Mendonça Gaona
El barrio de Villa Pueyrredón lleva a cabo su tan ansiada feria barrial el tercer domingo de cada mes. Los vecinos esperan ansiosos todo el mes el día de feria y, además de formar parte de la organización, tienen sus stands donde venden productos y disfrutan de un día en la plaza.
El objetivo también es que las distintas organizaciones del barrio organizen una actividad todos juntos.
Crédito: Inés Mendonça Gaona
Lucía, una de las organizadoras de la feria que forma parte de la Unidad Barrial, explica que el evento es organizado junto con otras agrupaciones presentes en el barrio como La Cámpora, la unidad básica Walsh y la cooperativa El Álamo. “El objetivo principal es generar un espacio de encuentro donde los vecinos puedan vender sus productos, pero también encontrarse, charlar, compartir, y crear relaciones que trascienden el día del evento", expresó Lucía sonriendo con orgullo.
El domingo 15 de septiembre, a las 13 hs, Villa Pueyrredón se llenó de vida con la feria barrial que; haciéndole honor al mes de la primavera, con un día de sol radiante y 19 grados; ofrecía un paseo ideal para disfrutar entre vecinos. El ambiente era muy tranquilo, con perros paseando por todas partes y vecinos de todas las edades charlando como si se conocieran de toda la vida.
"La feria artesanal también viene a cubrir una necesidad", explica Lucía.
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El horario del almuerzo y el olor a asado que salía de una parrilla al costado de los stands invitaba a la gente a comprar un choripán o un sándwich de bondiola para disfrutar de la jornada.
Los stands están desplegados en dos largas filas al costado de la plaza, lo cual genera un gran pasillo para que los vecinos recorran chusmeando los emprendimientos. Los puestos, que cambian mes a mes, ofrecen una variedad de productos: ropa usada, aceites, velas artesanales, artesanías y tejidos. Los gazebos son prestados por compañeros de la comuna 15 y los vecinos se organizan para ir a buscarlos. “Lo lindo de este espacio es que todo es colaboración, trabajo entre todes”, enfatiza Lucía.
Los emprendedores pagan una colaboración para tener un puesto y poder participar de la feria.
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Cecilia, encargada de la huerta comunitaria que también forma parte del proyecto del barrio y tiene un stand en la feria, afirma: "La huerta es un lugar mágico". El terreno pertenecía al ferrocarril y estaba abandonado, hasta que en 2018 decidieron recuperarlo. Se convirtió en un espacio clave para la comunidad, un verdadero punto de encuentro entre vecinos, trabajo en equipo, aprendizaje intergeneracional y contacto con la naturaleza. "Trabajar en la huerta te permite entrar en otra sintonía, dejar el teléfono de lado y aprender de los demás", cuenta.
Además de los puestos, la feria tiene otros atractivos. En esta ocasión, la Cooperativa El Álamo brinda charlas sobre reciclaje en las cuales se explica el proceso del plástico y cómo deben los vecinos contribuir desde sus casas. La Biblioteca Popular de Villa Pueyrredón también está presente y ofrece libros para que los vecinos disfruten de una tarde de lectura, siempre y cuando se comprometan a devolverlo en la sucursal durante la semana.
Entendemos la política como la única herramienta que tiene la sociedad para poder organizarse", enfatiza Cecilia.
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En los alrededores, los más chicos corren entre los puestos mientras sus papás compran o charlan con los emprendedores y vecinos. En el medio de la plaza hay unas mesas donde la gente se sienta a disfrutar del día y a almorzar. Al lado, hay un juego de plaza con toboganes y hamacas donde los chicos se divierten jugando.
A las 15 hs una banda de rock comienza a ambientar el evento con sus melodías. Según explican los vecinos, los músicos suelen ser del barrio y son los encargados de transformar a la plaza es un espacio festivo y divertido.
La feria barrial de Villa Pueyrredón es mucho más que un simple mercado. No se trata solo de comprar y vender productos artesanales, sino de crear un verdadero espacio de encuentro entre vecinos, se crean nuevos vínculos y se fortalecen los lazos de la comunidad. Para Cecilia, el valor de la feria radica en su esencia colaborativa. "Este espacio, aunque se intentó, no lo pudo construir La Cámpora sola. Lo construimos entre todos", afirma con orgullo.
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